La Ciudad de Mendoza tiene una de las fuentes de agua más atractivas en su corazón. La plaza Independencia luce diariamente este espejo artificial que refleja el rol fundamental que cumple un recurso tan indispensable e importante para los mendocinos como lo es el agua. Pero no se trata de una fuente habitual y común. Es que, hace ya un año, este sitio de los mendocinos se ha transformado en una propuesta única para ser contemplada y disfrutada por propios y extraños. Sus famosas aguas danzantes junto a un juego perfecto de luces y sonido capta la mirada y obnubila a quienes tienen la fortuna de encontrarse transitando por los caminos de la plaza Independencia y por aquellos quienes, conocedores de su magia, asisten para presenciar sus números. Majestuosa y atrapante, esta fuente y su destacado recurso suele ser testigo de celebraciones y festejos. Asimismo, por su cautivante presentación, posee fechas especiales para ser disfrutada por el público. En este mes de agosto, la propuesta se lleva a cabo de martes a domingos desde las 19.30, con un repertorio musical de variada clasificación. Tanto la música clásica como el rock nacional, pop, lírico, música de películas y series, le ponen ritmo a la particular danza. La cronológica historia de la fuente de agua de la plaza Independencia Tras un devastador terremoto producido en 1861, la Ciudad de Mendoza se reconstruyó un par de años después en su emplazamiento actual, diseñada en base a un plano de 64 manzanas y cinco plazas equidistantes: España, Chile, San Martín e Italia, que conforman el damero citadino, e Independencia, la plaza central y más grande por sus dimensiones.  Representativa del corazón de la Nueva Ciudad, el agua ha estado presente en la plaza Independencia desde sus orígenes. En 1876, se construyó un acueducto para trasladar este recurso desde el Challao, mediante un caño de barro, hacia el centro de la plaza, confluyendo en un estanque usado para realizar paseos en bote.  En el centro de este estanque, se levantó una fuente construida en cemento, que contaba con cuatro picos. Una sencilla obra que resultaba uno de los principales elementos del decorado urbano de la época. Hacia fines de la década de 1880, el lago fue eliminado por consejo del higienista Luis Carlos Lagomaggiore, al considerarlo peligroso. El mismo fue remplazado por una fuente ornamental de gran tamaño, que fue instalada en 1894 en el centro de la plaza. Se trató de una obra de gran jerarquía, realizada en hierro fundido por la fábrica francesa Val d’Osne y que constituyó el primer trabajo escultórico emplazado en un paseo público de la Nueva Ciudad. La misma poseía un diseño exquisito por el número de esculturas y detalles, y era idéntica a la fuente ubicada en la Plaza de Mayo, lo que le otorgaba gran notoriedad. En 1927, se realizó un concurso nacional para la construcción de la nueva Casa de Gobierno, cuya localización se pensaba en el centro de la plaza. Por este motivo, la fuente se retiró y fue asignada por sorteo al departamento de Maipú. Finalmente, la obra pensada no se concretó y el paseo luego presentó una nueva fuente, la cual persiste hasta la actualidad y que fue producto de la remodelación de 1941 llevada a cabo por el arquitecto Daniel Ramos Correas. Desde 1980, este espejo central de la plaza Independencia ha sido escenario de la Vendimia de la Ciudad, siendo en ese año utilizada por primera vez como recurso artístico para la puesta en escena de la fiesta. Su última gran remodelación, llevada a cabo en 1995, sumó a la fuente un friso de bronce y mármol, realizado por la escultora Eliana Molinelli. Esta obra la remata por el borde oeste y la fuente, a su vez, se abre en el lado opuesto en un gran espejo de agua de perfil convexo. El friso, denominado "La libertad, esa gesta anónima", está compuesto por dos grandes murales en los paños laterales y una gran bandera en medio con un centro de mármol, que a modo de cascada se introduce en el espejo de agua. Las figuras representadas en esta escultura, realizada en altorrelieve, rescatan a los personajes anónimos que sustentaron el proceso de la Independencia. Luego de ser intervenida, la fuente fue reinaugurada el 9 de julio de 2021, con un novedoso sistema de aguas danzantes rítmicas e inteligentes. La propuesta artística es una puesta en escena secuencial de luces y sonidos que buscan resaltar este espejo, su friso y la historia del agua en Mendoza. Esta incorporación permite la programación de temas musicales, los cuales están sincronizados con la apertura y cierre de los chorros de agua y acompañados por luces automatizadas para su interacción y cambio de color según los distintos efectos de agua. El espectáculo consiste en más de 800 toberas que forman cortinas de agua de diversas alturas, donde más de 25 arrojan el agua a una distancia de 25 metros de altura, mientras que otras dan un efecto de movimiento. A estos efectos se suman 350 luces LEDs RGB (que permiten la formación de la gama completa de colores). En conjunto, transforman a la fuente en una de las más tecnológicas del país. En esta propuesta, también se tuvo en cuenta la inclusión, donde la actividad sensorial cumple una función esencial. Se pensó que los espectadores puedan vivir una experiencia única, mediante el diseño de un espectáculo de luces y sonido que puede ser disfrutado en igualdad de condiciones por cualquier persona, incluyendo a aquellas con capacidades diferentes, dado el sonido rítmico que el agua genera con sus movimientos cambiantes y las vibraciones generadas por la caída de las aguas. La plaza Independencia, casa de la gran fuente, representa un área de recreación muy importante para los habitantes de la Ciudad de Mendoza, ya que cuenta con juegos recreativos para niños, sectores parquizados y una feria permanente de artesanos, denominada “Plaza de las Artes”. Esta última se encuentra desde 1999 y ofrece artesanías realizadas en cuero, madera, tejidos, vitrofusión y piezas en piedras y alpaca. En su centro, también se luce el Espacio Cultural Plaza Independencia (ECPI), que incluye las instalaciones del Museo Municipal de Arte Moderno Mendoza, el teatro municipal Julio Quintanilla y la biblioteca municipal Ricardo Tudela. A su vez, este espacio verde tan característico de los mendocinos se conecta por su costado este con el paseo peatonal Sarmiento, uno de los sitios más concurridos de la capital.