I  Va a llover.  Después de todo, va a llover.  El frío congelará en las hojas  el capote gris  reflejado en las gotas  Va a llover.  Y lloverán los ojos.  Serán hielo las palabras  sin latidos  del corazón eclipsado.  Va a llover,  y después de la escarcha,  el frío y los silencios,  amanecerás aurora  de rayos inmensos  derritiendo los miedos  y la angustia y las dudas de volver a intentar.   II   Que se me queme la mano  Si no la arriesgo por nada,  Si mi inconclusa desidia  Gobierna cada rincón  Del crepúsculo todo.  Que se abra el pecho  En huecos negros difusos  Si en murmullos al oído  No me atrevo a vaciar el alma.  Si no me atrevo.  Si no me arriesgo.  Que la mano se queme  Y se abra el pecho.  Mi pecho.  Que el pulgar baje frente a la nada  Si la luz no encandila la pupila;  Que empape de fuerza la intemperie  Abrazando pronta la vida.  Si no he de vivir.  Si al ciento no he de vivir.  Al ciento!  Que se lleve el viento y el mar  Todo mi aliento.    (Viviana Baldo)