Pintemos la vida de colores   La vida no es blanco o negro. Mucho menos gris.  Cada día hay que levantarse y pintarla de colores. De colores estridentes. De colores que iluminen. De colores que  renuevan el corazón. Que borran las tristezas. Que nos devuelvan la paz. Cada día, aunque el cielo se muestre  plomizo, pintamos el nuestro del azul-celeste más fuerte que exista y aunque el astro brille por su ausencia afuera. Encendamos el que pugna por salir desde adentro. Brillemos en medio de lo opaco. Bailemos y cantemos entre la lluvia y el frío congelado de nuestros pies y voz. Salgamos con crayones y aerosoles. Demos color. Demos vida. Dejemos el blanco para el hospital. Dejemos el negro para la muerte. Dejemos el gris cuando los sueños se perdieron en el camino. Resucitemos el rojo de la pasión. El amarillo, el naranja que nos da energía. Los azules lilaceos del atardecer. Y salgamos cada momento a dibujar sonrisas. Viajes. Amores. Niños jugando. Mascotas felices de ser retratados. Resucitemos los colores de la infancia que duermen en una cartuchera oxidada. Saquemos punta y vayamos, mientras podamos, a pintar nuestras vidas y la de todo aquel que se siente gris. En un mundo gris               Miriam Barbera